La neuropsicología cognitiva es un área de la psicología que se ocupa de comprender cómo el cerebro gestiona y controla las actividades cognitivas. Es decir, estudia la conexión entre las estructuras cerebrales y los procesos cognitivos, como la memoria, la atención, el lenguaje y la toma de decisiones.
Y mediante el análisis de individuos con deficiencias cognitivas causadas por daños cerebrales o afecciones neurológicas, los neuropsicólogos intentan descubrir los mecanismos subyacentes del funcionamiento cognitivo. Gracias a diversas herramientas y técnicas de investigación, la neuropsicología cognitiva ofrece importantes conocimientos sobre las complejidades del cerebro humano y su función en la cognición.
¿Quieres saber más sobre cómo esta rama de la neurociencia puede ayudarte en tus sesiones de tratamiento con nosotros? Te lo explicamos con detalle a continuación.
Antes de adentrarnos en materia profunda, es necesario aclarar que debemos distinguir la neuropsicología clínica, la cognitiva y la experimental. Estos tres enfoques están bastante relacionados entre sí, pero es necesario saber que existe una diferencia entre ellos por las funciones específicas que cumplen. Dicho esto, podemos pasar al siguiente punto.
El objetivo principal de esta disciplina es desarrollar un vínculo entre los procesos cognitivos específicos y las áreas cerebrales responsables de su ejecución. Examinando a pacientes con daños cerebrales localizados, es posible identificar qué capacidades cognitivas están alteradas y delimitan las regiones cerebrales específicas implicadas.
Por ejemplo, la investigación de pacientes con daños en el hipocampo ha ayudado a descubrir el importante papel que desempeña esta estructura en la formación y recuperación de la memoria. Pero este conocimiento no sólo amplía nuestra comprensión del funcionamiento del cerebro, sino que también tiene aplicaciones prácticas en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos cognitivos.
A diferencia de la psicología cognitiva, que se centra en el estudio de los procesos cognitivos mediante métodos experimentales, la neuropsicología cognitiva se basa en el examen de individuos con daño cerebral o trastornos neurológicos para obtener información sobre el funcionamiento cognitivo.
Analizando las deficiencias y las capacidades conservadas en estas personas, los profesionales de este sector pueden deducir cómo se estructuran y apoyan los distintos procesos cognitivos en el cerebro. Por lo tanto, este enfoque permite una visión distinta de los procesos cognitivos y aporta un valioso complemento a la investigación experimental en psicología cognitiva.
La neuropsicología cognitiva tiene numerosas aplicaciones prácticas que pueden utilizarse para mejorar la vida de las personas en diversos campos. Por ejemplo, un área de gran interés es el desarrollo de estrategias de rehabilitación para las personas con deficiencias cognitivas, como las que han sufrido una lesión cerebral traumática o un ictus.
Al comprender los procesos cognitivos subyacentes en juego, los neuropsicólogos pueden diseñar intervenciones específicas para ayudar a los pacientes a recuperar las habilidades perdidas o compensar las deficiencias mediante ejercicios de entrenamiento cognitivo, terapias conductuales o tecnologías de apoyo adaptadas a las necesidades específicas de la persona.
En el campo de la educación, esta ciencia puede aportar ideas esclarecedoras sobre estrategias de enseñanza y diseño curricular eficaces. Al estudiar cómo contribuyen los distintos procesos cognitivos al aprendizaje y la memoria, los investigadores pueden comprender mejor cómo optimizar el procesamiento y la retención de la información. Y en definitiva, su rendimiento académico.
La psicología forense es otro ámbito en el que puede aplicarse la neuropsicología cognitiva. El examen de los procesos cognitivos, como los relacionados con el testimonio de testigos, la toma de decisiones y la memoria, puede proporcionar información sobre cómo los sesgos y errores cognitivos pueden influir en los procedimientos judiciales.
Esta rama de la ciencia tiene una larga y rica historia que merece la pena analizar brevemente. Desde finales del siglo XIX y principios del XX, neurólogos como Carl Wernicke y Paul Broca empezaron a estudiar los efectos de los traumatismos cerebrales en las funciones mentales.
A través de su meticulosa investigación, arrojaron luz sobre los vínculos entre el cerebro y el comportamiento. Y a medida que avanzaba la tecnología, también lo hacía el campo de la neuropsicología cognitiva, con pioneros como Alexander Luria y George A. Miller, que impulsaron nuestra comprensión de la mente más allá de las deficiencias del lenguaje.
Los desarrollos actuales en este campo se han visto impulsados por los avances en neurociencia y la aplicación de modelos computacionales, y esto ha permitido a los investigadores profundizar en la intrincada relación entre el cerebro y los procesos cognitivos, como la memoria, la atención y la percepción.
Al aprovechar las últimas herramientas tecnológicas y de investigación, la neuropsicología cognitiva evoluciona continuamente y mejora nuestra comprensión de la conexión cerebro-conducta. No obstante, todavía nos queda mucho por comprender, ya que numerosos estudios han determinado que tan solo conocemos un 1% de nuestro cerebro.
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Patricia Nafría Vicente
Psicóloga sanitaria y Neuropsicóloga. Mente inquieta en formación continua.
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